Experiencia

Imitando a la naturaleza, los cuerpos se mimetizan, el corazón late a un nuevo ritmo y la mirada te hechiza…Solo así somos iguales, solo así el tambor suena tan fuerte en el pecho que el cuerpo no puede evitar moverse, retorcerse, saltar y dar vueltas…líneas imaginarias te atraen sin darte cuenta y manos agitadas te inducen con más y más fuerza. Fluyen entonces, con más energía todos los sentimientos que estuvieron ocultos entre la sombra y el alma, apasionándote e incitándote a sentir que en esta ceremonia además de combinarse con la música se acompaña una historia en donde no existe el miedo, en donde todos somos lo que el corazón nos dicta, en donde la tristeza ya no tiene cabida, porque solo en esta forma en que no soy, ni eres, estamos tan cerca que tu mano sobre mi pecho es mía, tan cerca que tus ojos se cierran con mi sueño…

Juliana Rosales

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