Para ustedes, estas  letras, pensadas y sentidas con profunda pasión.

En la osada e incesante  búsqueda  del espíritu que reviste la danza de vida propia,  y en un intento de transmitir las angustias, que sucinta el reto de hacer que nuestros personajes puestos en la escena no sean meros disfraces y representaciones vacías, sino más bien,  vivificaciones que encantan  y recrean la esencia  de cada ser, refiriéndome precisamente a las mojigangas, las moledoras, los danzantes, y en su orden, todas aquellas  creaciones que nos dan la posibilidad de explorar  y buscar ser el otro, desde escenarios que desbordan nuestro ser, me  permito citar unas cortas pero densas líneas, en un intento de provocación hacia la reflexión y cuestionamiento, del gran desafío que se nos pone como bailarines hombres y mujeres, en este universo dancístico que requiere de dimensiones profundas más allá de la máscara dada por  el movimiento y la rítmica.

“En el ritual amazónico del yurupari los hombres toman las fuerzas, el color, la piel, la capacidad de volar o vivir bajo la tierra, de lo que representa la máscara que utilizan.
Aquí la máscara hace que el ritual no sea una representación si no una transformación,  lo que permite que un hombre se haga realmente anaconda o águila, no reside en la perfección de la máscara,  ni en seguir los pasos adecuados, aunque sea eso muy importante. Lo que permite esta transformación, ser el otro, está en el corazón. Si no es desde y con el corazón, la máscara, no transformaría al hombre en el abuelo – anaconda, sino que sería un mero disfraz y haría del hombre un comediante.
 Para poder ser anaconda, o águila, hay que preparar el corazón mucho tiempo…  los viejos nos han dicho que debemos preparar las manos, el cuerpo, los ojos, la boca, los oídos… Pero que para ver al otro no bastan tampoco lo ojos. Y que incluso después de tener el cuerpo y el corazón preparados,  debemos seguir cuidando que la mezquindad no nos engañe, que la vanidad no nos ciegue, porque entonces los abuelos-anaconda o los abuelos- águila no habitaran en nosotros y las máscaras serán apenas unos malos disfraces.” (Tomado de: El otro ¿soy yo?)

 Marithza Calderón Guancha.