La danza es algo innato de nuestro ser, sin darnos cuenta nos movemos al compas y al ritmo de nuestro pasos, pasos que siguen un libre albedrio y que únicamente reflejan lo que nuestra alma proyecta. Todo está en un continuo movimiento y en ese fluir de las cosas la danza se manifiesta y sin darnos cuenta hace parte importante en nuestras vidas, donde día tras día nuestra esencia se expresa atreves de la transformación de funciones normales y expresiones comunes en movimientos fuera de lo normal logrando cosas extraordinarias.
Hay quienes danzan con conocimiento de ello y manejan una técnica que van mejorando con el paso del tiempo, hay otros que por el contrario sin conocer una técnica establecida se dejan llevar por el ritmo de su cuerpo, y sin embargo estos dos grupos de personas son capaces de recrear secuencias muy bien estructuradas que reflejan su forma de vida, por tanto podríamos decir que todos estamos estrechamente vinculados y somos guiados por un mismo cordón que es la danza, la cual se modifica y se expresa según el entorno en el cual nos desenvolvamos.
De igual forma es muy reconfortante aprender comunicarse por medio del lenguaje corporal en el cual llevamos nuestras emociones a flor de piel y sin necesidad de articular palabra somos capaces de expresar muchas cosas. Donde nuestra imagen, nuestros movimientos y el compas de la música se unen y forman un todo que es estéticamente apreciable, formando así otro aspecto de nuestra naturaleza que está fuertemente arraigado a nosotros.
De esta forma es como todos hacemos parte de este hermoso mundo, sin necesidad de distinguirnos como danzantes o espectadores ya que ambos estamos integrados y somos envueltos dentro de la ráfaga de emociones que se generan en el momento de entrar u observar el espectáculo, donde somos capturados por el mismo sentimiento el cual es sentir la danza.
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